MARÍA DOLORES FERNÁNDEZ MARTÍN
HACE UN SIGLO.-ENERO 1915
Se acaba de cumplir justo un
siglo de la muerte de SABAS GUTIERREZ FERNANDEZ. Era domingo la noche de San
Antón, cuando unos fuertes golpes en la puerta de su casa de la calle de la Fuente, despertaron a Ángel Sánchez Fernández, (primo suyo) y a cuantos allí dormían. Fuera alguien gritaba ¡tío Ángel que se ha envenenado “la Sabas”!. El aporreante, al ver que tardaban abrir, insistió que se levantaran, que era verdad, que no se trataba de una pesada broma, de las que a veces se daban.
Sabas Gutiérrez Fernandez |
Por haber nacido el 5 de diciembre de 1892, día de San
Sabas, se le puso este nombre. Fue su madrina de pila Ambrosia Martínez Muñoz. Ella
fue madrina a su vez, de 10 niños, al último de los cuales, Sabina “sacó de
pila” diez días antes de morir. Era hija única, ya que sus padres perdieron
otra hija, llamada Victoriana (como su abuela materna), en 1889 a los 2 años de
edad, a causa de una fiebre tifoidea.
Tenía a su cargo una especie de
botiquín para todo el pueblo, por ello tenía acceso a medicamentos diversos.
El hecho había ocurrido a las
22:30 h en la casa paterna situada en la calle Real, cuando sus padres, Francisco
Gutiérrez Fernández (el tío Cano), zapatero de profesión y Nicolasa Fernández Martín, se habían ido a
dormir.
Con sus padres ya acostados;
ella, que tenía determinado lo que iba
a hacer y preparado lo necesario, se amortajó,
tomó una cantidad suficiente de
“sublimado corrosivo” y se tumbó en su cama. El sublimado corrosivo (cloruro
mercúrico Cl2 Hg), es una
sustancia blanca, volátil y venenosa, que se usa en medicina, diluido y en
pequeñas dosis, como desinfectante. Esta sustancia al ser ingerida corroe las
membranas del organismo, abrasa la mucosa gástrica y produce daños
irreversibles en el cerebro, hígado y riñón.
Cuando le sobrevinieron los dolores comenzó a gritar y acudieron
rápidamente sus padres. Había cerrado la puerta por dentro y tuvieron que
echarla abajo.
Dejó una nota escrita en la que
decía que lo había hecho ella sola para que nadie fuera culpado.
Partida de defunción de 1915 de Sabas Gutiérrez |
D. Manuel Cañete y de la Plaza, cura párroco de Arroba
de los Montes, procedió al entierro de Sabas dos días después del suicidio,
tras administrarle la extremaunción, previa certificación de los peritos
médicos que le hicieron la autopsia, en la que indicaron que la muerte se había
producido a consecuencia de envenenamiento por sustancia asfixiante, según la
partida de defunción antecedente.
Lapidas de Sabas Gutiérrez en el cementerio viejo de Arroba de los Montes |
Estaba enterrada en el cementerio
viejo, en el lado izquierdo, junto a la tapia. Su tumba llamaba la atención por
ser la única que aparecía con una reja alrededor y una lápida de mármol blanco
en la pared.
Junto con ella, en el féretro
depositaron una pulsera, una cadena y un anillo de oro, que alguien le había
regalado, previamente machacadas para evitar la tentación de que pudieran abrir
la tumba para robarlas.
Cementerio Viejo de Arroba de los Montes |
La esposa de Raimundo, Nicolasa
Torres Fernández se fue a vivir entonces con los padres de Sabas. Tres muertos
en vida unidos por la tragedia y tres
víctimas del tiempo que les toco vivir, descansando juntas.
SIRVA ESTE ARTICULO COMO RECORDATORIO EN EL CENTENARIO DE SU
FALLECIMIENTO
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