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Arroba de los Montes, Ciudad Real, Spain
INVESTIGACION Y DIVULGACION DE ARROBA DE LOS MONTES

jueves, 15 de julio de 2010

PETROGLIFOS EN ARROBA DE LOS MONTES(Montes de Toledo)

Calco petrogligos, conjunto I,Arroyo Tamujar





Descubrimientos de petroglifos en Arroba de los Montes (Montes de Toledo)
LOS PRIMEROS LENGUAJES ESCRITOS EN LOS MONTES DE TOLEDO

Paneles del Tamujar I y Tamujar II.

A. SITUACION.

Los petroglifos de Arroba de los Montes se localizan en dos paneles diferentes pero muy próximos entre sí, apenas unos 2 metros aproximadamente en la ribera del arroyo Tamujar.
El primero, que llamaremos Tamujar I, está a unos 580 metros sobre el nivel del mar, con un desnivel de 8 metros en 450 metros de longitud.
El segundo, que llamaremos Tamujar II, está a los mismos metros sobre el nivel del mar que el anterior.
Junto con los petroglifos de Navalpino, localizados en las proximidades de un arroyo del Río Valdehornos, forman un conjunto de 66 kilómetros cuadrados (tomando como puntos la población de Arroba de los Montes; la carretera de Arroba hacia Horcajo de los Montes con la intersección con el Río Valdehornos hasta la desembocadura de este río en el Guadiana y de aquí hasta Arroba), con una parecida identidad cultural, no descartando próximos descubrimientos en toda la cuenca fluvial de los arroyos Tamujar, San Marcos y Valdehornos; que junto con el río Guadiana forman un triángulo con la existencia de dólmenes, menhir, piedras caballeras, cabezas, cazoletas, tholois y construcciones megalíticas.
Cabe señalar la similitud de esto petroglifos con existentes en Esparragosa de Lares.

Representacion de trineos en los petroglifos de Arroba de los Montes.

El conjunto se localiza a 2 metros del Arroyo Tamujar, siendo éste un afluente del río San Marcos. Su proximidad al arroyo no deriva en que estos conjuntos sean inundados por el agua; ya que según ha podido constatar el autor, cuando hay desbordamientos del arroyo Tamujar, este conjunto no se inunda por estar situado a unos 2 metros sobre el nivel mismo.
El terreno donde se ubica este conjunto, pertenece a una dehesa bordeada por un río, con escasos arbustos y encinas de un porte medio. Aparece en la ribera un sotobosque formado por lo que los hombres del entorno llaman Tamujas (Securinega tinctorea L. Rothm. o Flueggea tintórea L. Webster) que son plantas espinosas propias de ramblas o arroyos y muy abundantes en la cuenca del Guadiana, que en época contemporánea servían para hacer escobas.

B. CARACTERICTICAS

El primer panel o Tamujar I, elevado a 2 metros sobre el ras del suelo es de 7,30 metros de longitud; 2,50 metros de ancho, de pizarra negra de muy buena calidad. Consta de un conjunto grabado de 3,75 metros de longitud por 1,5 metros de ancho con una superficie de 5,6 metros cuadrados; destacando que no existen hoyos de cazoletas.


Existen 8 trazados o retículas rectangulares con trazos incisos vigorosos orientado hacia el oeste en la misma dirección que el río, en la pizarra y unidos por un punto de 40 cm de longitud y 4 cm de ancho, aunque uno alejado de los otros tres y como si estuviera confrontado mide 8 cm, formado por dos retículas. Podían interpretarse como un territorio entre dos ríos (Arroyo San Marcos y Tamujar) con un entramado de incisiones de surco que simbolizaría divisiones de territorio para el ganado o la caza.
Hay 9 retículas rectangulares incisas que coinciden con divisiones en forma de paralelogramos, que parecen planos de la división de los terrenos entre miembros de las tribus o planos de un poblado. En varias retículas rectangulares representarían a un poblado con varios ángulos en su entorno, orientando la dirección de salida de sus habitantes o la conquista de un poblado.
Hay 7 incisiones de surco en “V”, débil y superficial con líneas atravesando por un lateral el triangulo y que en algunos casos son escaleriformes.
Son en total 83 signos o símbolos que diferenciándolos por su tamaño hay 49 signos mayores de 5 cm (donde algunos llegan hasta 48 cm) y 34 signos de menos de 5 cm; existiendo en estos últimos posiblemente alguna relación con Tamujar II.

El segundo panel o Tamujar II, elevado a 1,75 metros sobre el ras de suelo y a unos 2 metros de Tamujar I, tiene una longitud de 3 metros por 2,5 metros de ancho de pizarra negra. Consta de un conjunto grabado de 0,90 metros por 0,90 metros con una superficie de 0,81 m2; donde tampoco hay hoyas de cazoletas.

Se aprecian escaleriformes incisos en forma de “E” invertidas, quizás un signo de escritura. Estas formas nunca son inferiores de 1 cm.
Incisiones en surco en forma de “V”, en total 4 representaciones con una longitud de 4 cm.
Incisiones en surco en forma de “H” con 5 representaciones con una longitud de 3 cm y cantidad de “E” invertidas, “X” en diversas posiciones, cruces unidas con líneas en sus bases, etc.
Hay en total en este lugar unos 42 signos o símbolos donde abunda el tamaño menor de 5 cm, aproximadamente unos 30 signos y 12 signos miden entre de 5 y 10 cm.


C. INTERPRETACION

Los habitantes de Arroba se refieren a estos petroglifos como “ajedrez”, “tres en raya”, “muñecas” y “garabatos”. Existe una tradición desde los primeros pobladores hasta la actualidad de pintar (pinturas rupestres) o grabar en las peñas (petroglifos) en el Campo de Arroba. En Tamujar I, en la parte vertical que da al arroyo, los ganaderos y gente de paso dejaron grabados sus nombres. Hasta el mismo autor (en 1986) dejó el suyo y el de un amigo sin darse cuenta de que por encima estaban los petroglifos y de que 21 años después los redescubriría.
Cabe señalar la semejanza de estos petroglifos de Arroba de los Montes con de Esparragosa de Lares en la provincia de Badajoz.
En el curso del Arroyo Tamujar, en las paredes verticales de pizarra que suelen situarse en el recodo de los numerosos meandros que forma y en sitios resguardados del viento y del agua, suele haber escritos realizados con otras pizarras, puntas afiladas de cuarcita o con punta de hierro que suelen ser leznas que llevan los ganaderos en la mochila. Existen escritos desde 1850 hasta la actualidad.
Los petroglifos están grabados sobre peñas horizontales y no en verticales, ya que es más fácil trabajarlos en el suelo. El grabado tiene la ventaja sobre las pinturas rupestres en que aguantan más la erosión producida por la inclemencia del tiempo y los moradores.
Distintos simbolos de los petroglifos de Arroba de los Montes.

Las pinturas rupestres se encuentran en peñas verticales, donde las condiciones meteorológicas son más constantes, condicionando su perdurabilidad a una estabilidad de sus condiciones medioambientales y no descartando que pintaran también en el suelo pero se deben haber destruido por la acción de la erosión mecánica y factores climáticos.
Los petroglifos son grabados rupestres realizados por antiguos pobladores utilizando la técnica de incisión o del picado con objetos de piedra o metálicos puntiagudos o afilados. Los lugares donde se ubicaban estas representaciones artísticas eran el paso de una corriente de agua permanente y al lado de un paso natural.
Aunque existe tradición de grabados desde el Paleolítico Superior, es a partir del Neolítico, y avanzando hacia el Calcolítico cuando se desarrolla en el Noreste y en la zona atlántica de la península ibérica, un arte al aire libre de grabados sobre granito, cuarcita y pizarra. (TERESA CHAPAS Y GERMAN DELIBES)
Son más frecuentes las representaciones de carácter esquemático, semiesquemático, geométrico y abstracto que las figurativas. Muchas veces están asociados a los hoyos de cazoletas y a motivos circulares. Abarcan desde el Megalitismo Neolítico hasta la cultura castreña del Noroeste que al final se extendería por la zona atlántica de la península Ibérica llegando hasta los Montes de Toledo.
Los petroglifos de los Montes de Toledo tienen una evolución desde el Calcolítico (2000-1800) hasta la Edad de Hierro, sobre el 750 a.C.
Según algunos autores, al realizarse con la técnica de picado o incisión con objeto metálicos puntiagudos y afilados; y como el cobre es demasiado blando para grabar en las pizarras, lo sitúan en una etapa cronológica no anterior al Bronce Antiguo. Pero el autor ha comprobado que con rocas duras como la cuarcita y sobre todo el cuarzo abundante en la ribera del arroyo Tamujar se hacen perfectamente todas estas representaciones y relativamente en un corto espacio de tiempo; por lo que se puede situar en periodos más antiguos como Neolítico, Megalítico y Calcolítico (parece confirmar la cantidad de hachas pulimentadas, azuelas calcolíticas y pulidores que hay en el termino de Arroba)
En las cuevas artificiales habitadas en que aparecen grabados, como en Los Cantiles de Artenara (Canarias), sorprende la superabundancia de rectángulos (como los de Tamujar I) y sobre todo triángulos, con la parte inferior partida en bisectriz, en clara referencia sexual (vulva atravesada por el falo) como en Tamujar II.
En el arte rupestre del Paleolítico final, hacen grabados incisos de gran profundidad que engloba un puzzle de ídolos femeninos, no descartando y dando como hipótesis que estos grabados, sobre todo los de Tamujar I, correspondieran a la etapa del Paleolítico Superior final; reforzando esta teoría esta los indicios de asentamientos del Paleolítico Superior en el Morro Cañada Rubia a 2,5 kilómetros del mismo arroyo Tamujar y los indicios del Estrecho de las Hoces a unos 11 kilómetros en la ribera del Río Guadiana. Pero para confirmar más esta teoría, la profundidad de algunos grabados en la peña alcanza los 30 mm, siendo 50 mm el ancho. Todo esto hace que la parte de Tamujar I, la de los grandes escaleriformes con las dimensiones comprendidas entre 30 y 50 cm y con la misma técnica de grabado, la misma profundidad y anchura; y la ausencia de hoyos de cazoletas, se pueda fechar como de finales del Paleolítico Superior.

Según algunos autores, los petroglifos son verdaderos santuarios de carácter mágico-religioso causa por la que con frecuencia y en distintas épocas, se reunían allí los individuos porque esto les ayudaría a facilitar las actividades de caza y agricultura. Con el tiempo se irán añadiendo nuevos elementos de distintas épocas y estilos.
También podrían narrar la situación de territorios, poblados, batallas entre tribus o acontecimientos extraordinarios que marcan históricamente a una tribu.
Cabe preguntarnos por qué grabamos o pintamos, inconscientemente en una hoja de papel o en una peña representamos líneas o figuras geométricas más o menos complicadas. El ser humano se da cuenta de su existencia y de la relación que tiene con el entorno que le rodea, quiere trascender. El individuo que graba o pinta quiere dejar huella de su existencia y tiene una relación directa con el lugar, por lo que no puede ser más que un cazador que espera su presa o un ganadero que sestea con su ganado quien deja su impronta en la roca. El primer individuo que ha grabado sirve de estímulo o reclamo para que otro posteriormente vuelva a grabar y así hasta nuestra época. Este comportamiento es fácil de comprobar hoy en día, donde una persona deja una bolsa de basura, acaban amontonándose algunas más; si un graffitero pinta algo en una pared, con el tiempo los demás la llenan por completo. Este comportamiento existe en la actualidad en el mismo entorno del arroyo Tamujar donde los ganaderos graban sus nombres y fecha del año y algunos hasta con la técnica de repiqueteado.

Todas estas razones me llevan a la conclusión de que no tienen una razón mágico-religiosa sino más existencial, sobre todo en los petroglifos de Tamujar I. Por otra parte, los símbolos donde aparecen escaleriformes unidos en un lado parecen representar un territorio comprendido entre dos corrientes de agua (arroyo Tamujar y río San Marcos), que comprende unas 325 hectáreas de la actual Dehesa Boyal de Arroba de los Montes. Este terreno, los ganaderos actuales se lo distribuyen para su ganado a lo largo de ambos, uno un tramo, otro mas abajo; así hasta llegar a su desembocadura en las Plazuelas, donde se juntan los dos (Tamujar y San Marcos)

Conjunto del panel I de los petroglifos de Arroba de los Montes.

En cuanto a las representaciones de Tamujar II, son totalmente diferentes en su tamaño, siendo menores, de 7 a 2 cm de longitud y la profundidad no llega a 1 mm. El estilo y el motivo son diferentes a Tamujar I, por lo que parecen ser de otra cultura. Todos estos grabados indican una especie de lenguaje primitivo o paleolenguaje, no existiendo formas circulares, todas son líneas rectas que se unen en algún punto. Todo ello nos lleva a pensar que son símbolos que se salen de la mera representación esquemática ya que indican fonemas y no palabras para formar una frase. Es el primer paleolenguaje en el que hombre avanza de la mera representación hacia fonemas que formarán una palabra y unidas éstas llegará a las frases. Existen triángulos más o menos del mismo tamaño, escaleriformes diminutos comparados con los otros del panel anterior, cruces que se unen a una línea recta, letras “E” invertidas, etc.

Los signos de Tamujar II representan el lenguaje primitivo de sus habitantes, los carpetanos, uno de los pueblos celtiberos de la Península Ibérica pero influenciado con la cultura tartésica como lo demuestra la estela de Navalpino; tiene signos idénticos y semejantes a la escritura celtiberica y a la escritura sudlusitano-tartesia . Estos signos corresponden a inscripciones “no ortodoxas”, con signos de extrañas formas y quizás diferencias estructurales, pero estas inscripciones no forman un grupo porque cada una tiene sus propias singularidades.



JESUS VICTOR GARCIA.

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