Linea del clima, linea del alcornoque, encina y castaño en la Carpetania |
JESÚS VÍCTOR GARCÍA
"Publicado en la Revista de Estudios Monteños, Nº 130, Asociacion Cultural Montes de Toledo.2010" por Jesús Víctor García
Los carpetanos y los actuales habitantes de los Montes de Toledo, son individuos que viven en una comarca y que comparten cualidades culturales en función de la proximidad geográfica y similitud de su adaptación a un medio semejante. Se considera que el nombre de un pueblo se corresponde más con una región natural, un lugar geográfico que con sociedades humanas estructuradas. Con esta premisa quiero enunciar, que los carpetanos habitaron en un área cuyo núcleo principal corresponde a la comarca de los Montes de Toledo y a su zona periférica de influencia.
En el anterior mapa, se señala la zona localización de alcornoque, castaño y encina (bellotas y castañas eran alimentos importantes; factor geográfico) lo que nos indica una región natural común. La línea climática, marca la frontera geográfica suroccidental de esta región, reforzada por una frontera geológica. La suma de todas estas características comunes de clima, relieve y vegetación, hace que sus habitantes se adapten a unas condiciones similares creando una identidad cultural.
Soportando una pluviometria de 600 mm anuales, los habitantes de estas montañas, crearon estrategias de supervivencia y culturales distintas a los de las llanuras y pastizales, donde llovía por debajo de 600 mm.
Es de señalar la coincidencia de la línea del clima en nuestra comarca de los Montes de Toledo (según el Archivo Digital del Clima Ibérico), con el límite de la España Citerior y Ulterior de la época romana.
El denominador Kart-p(t) anos tiene un significado similar a; “elevación y pronunciada pendiente”. Atendiendo a ello, los carpetanos serían: “el pueblo que habita en los peñones o en los lugares de poca elevación pero fuerte pendiente”, lugares más conocidos por taludes o frentes de escarpe.
Todo su sistema productivo está asociado a estas elevaciones, con poblados de escasas dimensiones en sus alturas y dedicados a una agricultura de subsistencia, a la ganadería como principal fuente de alimentos y a una minería como un recurso complementario.
Sus únicas industrias eran las del hierro y el tejido de sagos (piezas ásperas de lana parecidas en su aspecto a la de las cabras salvajes), lo que revela su origen nómada pastoril, así como la costumbre, muy censurada por los romanos, de utilizar los orines para lavarse el cuerpo y los dientes.
Todo ello revela un modelo jerárquico poco organizado, con un ritmo de vida estable y tranquilo. Este modelo, hace de los carpetanos un pueblo débil defensivamente y con poca cohesión interna, lo que será aprovechado por los romanos para su invasión. El caballo no abundaba en esta región y esto hace que este pueblo no se integrara en ninguna unidad auxiliar romana, no ya como jinetes, ni siquiera como cohor, quizá debido a su falta de preparación para la lucha o a su estilo de vida, lo que explicaría su aparente pasividad durante la conquista romana de la meseta.
A la llegada de los romanos, el término carpetano designaba a un territorio común con una serie de ciudades vinculadas a la misma tradición y cultura, pero sin una política de integración. A partir de entonces, sus pobladores no debían de significarse ya con el término “carpetano”, pues éstos se sentirían ante todo de su ciudad de origen en perjuicio de una estructura superior a la ciudad o a la gens de Carpetania.
Existe una característica común en las fuentes clásicas, y es que a los carpetanos como entidad étnica, apenas se les cita. No se puede negar la existencia de los carpetanos como etnia, como población del territorio que tenía un origen común, ya que nos ha llegado a través de los autores clásicos.
Esta población crecía y la tasa de este crecimiento vegetativo no debió superar el 0,2-0,5‰ durante todo el período. Esta sería la situación hasta la llegada de los romanos que frenan dicho crecimiento, comenzando su descenso hasta la actualidad.
Las necesidades vitales de los carpetanos, según estudios arqueológicos y nutricionales, eran para una unidad familiar que tenia 5 miembros, una casa de 20 metros cuadrados. Cada miembro necesita para cubrir sus necesidades mínimas 0,75 km2 de superficie, de la cual aprovecha el 40% de la superficie cultivable, obteniendo 10.000 kilos de cereal por km2. Este individuo consume 200 Kg. de cereales por año, donde cada kilo le proporciona 0,66 kilos de harina complementado por una cantidad de carne de 145,5 Kg. por persona cada año obtenida del pastoreo y de la caza.
La edad del sacrificio de los animales es significativa: las cabras se sacrificaban adultas; esto quiere decir que las utilizaban más para obtener leche y lana. Los cerdos se sacrifican jóvenes, se les aprovechaba exclusivamente para carne. Por lo que respecta a los bóvidos, llegaban a la edad adulta, ya que de ellos se explotaba fundamentalmente la fuerza física.
El estudio de la población que podía sostener el actual termino de Arroba de los Montes con 61,7 km2 está entre 50 y 80 personas, con una densidad entre 0,77 y 1,24 hab/km2.
Los poblados carpetanos de nuestra región no muestran señales de lucha, aunque su propio carácter fortificado o el abandono de muchos de ellos en un momento impreciso del siglo II a. C., se puedan poner en relación con la conquista romana.
Al igual que en otras zonas del Imperio, se produjo un progresivo abandono de los poblados encastillados situados en las colinas, propios del hábitat indígena, y una simultánea ocupación de los llanos, relacionada con la implantación definitiva de una economía de base agrícola.
GEOGRAFIA
Aunque no podemos conocer exactamente los límites del territorio carpetano, sí podemos intentar conocerlos de forma aproximada, debido a los textos de los escritores grecorromanos, así como a ciertas pistas que obtenemos de la arqueología.
Comenzaremos con los escritores grecorromanos. Tanto Polibio (3, 13, 5) como Livio (21, 5, 2), nos indican que el territorio de los carpetanos se encontraba al sur del de los vacceos, al este de los olcades y que el río Tajo cruzaba por en medio de su territorio, cosas que también remarca Estrabón (III, 3, 1). Pero Estrabón es mas preciso al situarlos, pues como dice en (III, 3, 2):
“Los oretanoi que habitan más allá de las partes dichas, son los más meridionales y llegan hasta la costa comprendida dentro de las Columnas. Después de ellos están los karpetanoi, hacia el Septentrión, y más lejos los ouettones y los ouakkaioi, por entre los que corre el Dourios.”
Así pues los situaría al norte de los oretanos, al sur de los vetones y vacceos, y posteriormente (III, 4, 13), cerca del territorio de los arévacos:
En (III, 2, 1) dice que los carpetanos limitan con Turdetania por el oriente, junto con los oretanos y en el texto (III, 1, 6) señala:
“... formando entre ambos una “mesopotámica”, cuya población esta integrada en su mayor parte por keltikoi y algunas tribus de lysitanoi, trasladadas por los rhomanoi de la orilla opuesta del Tagos. En las zonas altas habitan los karpetanoi, oretanoi y ouettones en gran numero.”
Para finalizar con Estrabón, hay que indicar que en su texto (III, 2, 3) nos habla sobre la existencia de montes metalíferos que bordean el río Tajo y el Guadiana, y que podría ser debido a esto que las tierras de los carpetanos fueran muy estériles
Ptolomeo, en su Geografía, sitúa a los carpetanos al sur de los vacceos y los arévacos, al oeste de los celtiberos y al norte de los oretanos, así como enumera dieciocho oppida, entre las que solo se han identificado con seguridad Toletum y Complutum.
La otra fuente que tenemos para el estudio de los límites territoriales de los carpetanos, es la arqueología, que mediante el estudio de las cabezas de verracos, características de la cultura vetona, ha intentado fijar las fronteras entre este pueblo y los carpetanos. Aunque en algunos asentamientos carpetanos aparece este tipo de representaciones, son de la suficiente insignificancia como para no ser tenidas en cuenta. Así, Roldán, traza una línea entre Gredos y el río Guadarrama siguiendo muy de cerca el curso del río Alberche, desde el embalse de Burguillo hasta su desembocadura en el Tajo, pocos kilómetros al este de Talavera. Posteriormente S. Valiente y L. Balmaseda han movido este límite más hacia al este, al descubrirse nuevos yacimientos con una presencia de cabezas de verracos suficientemente amplia como para tenerse en cuenta. Aquí estaría para ellos el límite occidental del territorio de los carpetanos.
Este límite occidental es similar al área de influencia de castaño y alcornoque, además, de coincidir la línea del clima por el sur con el rio Guadiana. Con estas premisas, la frontera sur occidental sería desde Puerto Rey hacia el embalse del Cijara con sus pueblos de Helechosa de los Montes y Villarta de los Montes entrando en la provincia de Badajoz, siguiendo el rio Guadiana hacia el este pasando por Arroba de los Montes, Luciana hasta el Puente de Retama siguiendo el Rio Bullaque hacia el norte hasta el Puerto del Milagro.
En resumen coincide la frontera sur occidental de los Carpetanos con la repoblación que realizó el Caballero Alfonso Téllez de Meneses, quien llega a los puertos del Milagro, Marchés y los pasos hacia Extremadura, por el río Guadiana y del arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, empeñado en poblar la comarca, a quien se debe, posiblemente, la construcción del Castillo del Milagro y el establecimiento de una población donde avanzó desde la Torre de Abraham hasta Cíjara.
En definitiva, la historia se vuelve a repetir en la comarca de los Montes de Toledo y al final tarde o temprano la vuelve a unir; porque esta identidad territorial, cultural y medioambiental crean un fuerte y cohesionado vínculo común.
Inocente Hervás y Buendía en su diccionario histórico geográfico, biográfico y bibliográfico de la provincia de Ciudad Real, menciona una de las ciudades de la Carpetania: “Morro del Castillo y también de los Arroyuelos y valle del Castillo, 3 y medio kilómetros de Arroba y a 2 de Fontanarejo con los restos de antigua edificación que allí se percibe denuncian la existencia de población primitiva y romana. Sobre el mencionado camino, cuya importancia acusan el nombre que aun conserva de Tanal de los Empedrados y de la de un fuerte castillo en la Edad Media, cabeza de todo el Campo de Arroba y a cuyo abrigo se aposentaron y vivieron moradores de estos dos pueblos. No dudamos de que tantas inteligentes excavaciones practicadas en este y otros lugares hoy inexplorados darían luz para apreciar la importancia de Carpetania en aquella remota época, así como nos daría a conocer el estado de esta hoy despoblada región de los Montes, en nuestro pobre juicio en aquella edad floreciente, poniendo de relieve la pobreza y abandono que hoy se cierne sobre este país y las causas que la sostiene e impiden el desarrollo de su población y riqueza hasta alcanzar por lo menos la que acusan los censos y relaciones del siglo XVI”..
Los Montes de Toledo era paso obligado de parte de la producción del mercurio extraído del cinabrio de Almaden para la minería de nuestros montes; todavía se pueden ver las cubetas excavadas en las peñas en el Milagro para la obtención del oro y plata del Molinillo. El camino que se llama de la Plata coincide en la actualidad con la cañada que se dirige de Luciana al Puerto del Milagro. Según el Itinerario de Antonino, existe una ciudad carpetana llamada Leuciana que coincide con la actual Luciana en la orilla del río Guadiana en la provincia de Ciudad Real. Siguiendo la cañada real cada 22 kilómetros aproximadamente estaría Los Castillejos en Fontanarejo donde se cruza con la ruta de Mérida; después Torre de Abrahám, Ventas con Peña Aguilera que en mi opinión corresponde a la mansion carpetana de “Augustobriga” por estar equidistante entre Toletum y Leuciana; la siguiente parada seria en Layos y a media jornada llegaría a Toletum. Todo ello nos ocupa cuatro días y medio donde en cada jornada se recorren entre 20 y 25 kilómetros.
SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA
Hay una nueva estructura socioeconómica, pues se da una tendencia a la jerarquización social; se introducen el arado y la trashumancia ganadera, se produce un aumento demográfico debido a las nuevas mejoras tecnológicas; pero que trae también una nueva inestabilidad. Se produce una nueva organización defensiva y económica del territorio. Son estas las zonas donde más perduran las formas de vida tradicionales, por debajo del proceso de romanización.
Parece ser que contaban con un sistema económico bastante más diversificado que los pueblos colindantes, pues aunque su base de subsistencia era la agricultura (como lo demuestra el que en el 146 a.c. Viriato les impusiera un tributo en trigo, en vez de robarles su ganado, como hizo con los segobrigenses y los celtiberos), contaban además con una dedicación a la ganadería, sobre todo de cápridos, por ser animales adaptados y resistentes en este medio y en algunos de sus poblados hay zonas de estabulación de ganado. Aprovechaban ciertos minerales, los que se daban en su zona, sobre todo oro y plata, que eran transportados por asnos.
También recolectaban frutos en el bosque, y complementaban su alimentación con lo que cazaban en los frondosos montes, sobre todo jabalíes, conejos y liebres. Lo que cultivaban principalmente era la vid y el olivo. No destacó, sin embargo, el pueblo carpetano, en la industria textil, así como en el trabajo de los metales, de los que solo controlaban algo en orfebrería.
Para terminar con la economía carpetana, hay que indicar la aparición de la moneda a finales del siglo III a.C. o comienzos del siglo II a. C. que se debió fundamentalmente a los contactos de los carpetanos con los romanos y con los cartagineses, que hicieron frecuente el uso de la moneda entre los carpetanos. Pero hasta la mitad del siglo I a. C. no se conoce la acuñaron de moneda propia por parte de los carpetanos.
Las tribus o Gens, eran comunidades separadas de individuos que compartían unas costumbres sociales, económicas, y en muchos casos, religiosas, que hacen posible que se pueda hablar de una cultura similar. Se trataba de aldeas situadas en cerros y normalmente con elementos defensivos como empalizadas de madera, etc. Se trataba de un grupo de cabañas habitualmente con zócalo de piedra, que normalmente tenían una ordenación irregular.
CONCLUSIONES:
En primer lugar, hemos visto que la sociedad carpetana tenía una economía bastante más diversificada que la mayoría de los pueblos del interior, pues a diferencia de estos no se basaba en una fuerte ganadería, sino en una agricultura apoyada por cierto tipo de ganadería.
Este cambio debió producirse por la entrada de elementos indoeuropeos en el estrato nativo, que produjeron algunos intentos de cambios, como la ganadería de trashumancia, el empleo del arado, así como un proceso de jerarquización en la sociedad.
Todo esto nos da una visión de este pueblo muy diferente a los puntos de vista que se suelen tener sobre los pueblos del interior, a los que se nos han mostrado como bárbaros incultos y salvajes que se agarran a las montañas como medio de subsistencia. Ahora vemos un pueblo que estaba en pleno desarrollo cuando se produjo la conquista romana, y en el cual se habían dado una serie de hechos que la convirtieron, según nuestro punto de vista, en una de las culturas más avanzadas del interior peninsular, incluyendo a los pueblos del norte.
El listado de ciudades de los textos de Ptolomeo solo menciona los nombres de las mansiones de las calzadas. El nombre de Carpetania, no se refiere a una unidad social sino más bien corresponde a una unidad geográfica, a los habitantes que viven entre el río Tajo y río Guadiana, esa es la unidad geográfica principal además de otras unidades geográficas salidas de este territorio.
Las “gentilidades” no son unidades organizativas indígenas sino mas bien a los apodos en los núcleos rurales.
Algunos autores sitúan a los carpetanos en la región Madrid-Toledo y Alcarria-Mancha. Para otros serían celtas por las terminaciones en –briga de algunos nombres de sus ciudades y la proximidad con los vetones. Otros los considerarían iberos por la proximidad con los oretanos y la raíz ilu/itu en los nombres de otras de sus ciudades. Esta tierra la emplazan como tierra de paso, con influencia de todos los pueblos que pasaron por España, creando un pueblo peculiar y próspero en cuanto a su riqueza cultural y patrimonial olvidado históricamente y que dura hoy en día.
Nos adscriben y nos colocan siempre respecto a otros pueblos y nunca nos toman como referencia, nos ubican más al norte para explicar su tesis a su conveniencia y algunos autores hasta dudan de la cita que dice que “los carpetanos son los habitantes que viven entre el río Tajo y el río Guadiana”. En definitiva los carpetanos corresponden a la unidad geográfica de los Montes de Toledo, por su unidad geográfica, cultural, geológica y botánica.
Son pueblos que dan mucha importancia económica a la ganadería, como así se desprende de los asentamientos, que se distribuyen en lugares donde los habitantes crean poblaciones pastoriles adaptadas a la defensa y almacén de los productos pecuarios obtenidos siempre del entorno inmediato o alrededor del mismo. Las ciudades carpetanas se ubican en grandes riscos y acantilados con cuevas y grietas que sirven de habitaciones a sus pobladores.
La identificación de las ciudades carpetanas se basa en la similitud fonética de los nombres latinos con nombres de ciudades y pueblos actuales. Los límites se establecen en base a las ciudades de los itinerarios u otras manifestaciones como verracos, o contenidos de la epigrafía romana como gentilidades, cultos indígenas, etc. Cuando los limites no pueden precisarse, se recurre a los accidentes geográficos o alcanzando la región hasta llegar a sus vecinos vetones, oretanos, celtíberos.
Las ciudades mencionadas en la conquista romana, como: Aebura, Alce, Dipo, Contrebia, Noliba, Cusibi, desaparecen en los textos posteriores. Este hecho refleja un cambio profundo en el sistema de poblamientos, donde la mayoría de las ciudades importantes de nuestra época no lo eran antes, son fundaciones nuevas, quedando las demás desaparecidas y olvidadas en los confines de los Montes de Toledo. Este cambio dado por los conquistadores romanos, se produce por los abandonos del centro de la carpetania, donde la economía era preferentemente ganadera y las vías de comunicación escasas y accidentadas. Se desmembró por completo el sistema de asentamientos y relaciones entre ellos, el sistema territorial y político, creando un nuevo orden.
La carpetania estaba integrada en su totalidad en lo que sería luego la provincia romana de la Citerior. Los romanos delimitan las regiones con un criterio político y estratégico procurando que los límites fueran naturales.
Mapa de la Carpetania con Arroba segun Jesús Victor García |
La identidad y forma de vida de sus habitantes, anterior a la llegada de los romanos, se considera una etapa precelta. Esta oleada de inmigrantes, conservó su cultura y tradiciones que se reflejan en los dólmenes y megalitos existentes; y debió ser esto y su lengua el único nexo que mantuvieron hasta la llegada romana, un pueblo conexionado culturalmente pero sin ninguna cohesión política como ha ocurrido y ocurre a lo largo de la historia. Los textos clásicos hacen referencia a ciudades como pequeñas unidades celulares y no como ciudades integradores de una etnia. Los autores clásicos narran los acontecimientos de esta región, no mencionando a los carpetanos sino a las ciudades en que ocurren los hechos.
Debido a esta fragmentación política, esta región parece ser un lugar de batallas de otros pueblos, el lugar de paso y destino de razzias de otras poblaciones. Los romanos se asientan en sus ciudades sin referencia a grandes batallas y en fechas como el año 135 a. C. acampan para invernar en Carpetania. Esta fragmentación política hizo que se convirtieran en aliados de los romanos o que adoptaran una postura neutral que permitiera el paso libre y el asentamiento de los romanos (vivir y dejar vivir). Esto explica la ausencia de grandes batallas y las incursiones de los lusitanos ya que atacarían a un pueblo aliado de Roma.
Con la llegada de Roma se cambia la aptitud de sus habitantes, se abandonan las zonas más empinadas y montañosas y se ubican en zonas urbanas y con mas accesibilidad. Sus habitantes se trasladan a estos núcleos de atracción y dejando la zona más montañosa prácticamente deshabitada, solo con pequeños núcleos donde se ubican minas y algún balneario.
No hace falta decir que a lo largo de la historia siempre ha ocurrido lo mismo en los Montes de Toledo. Es un círculo cerrado que será necesario romper alguna vez.
5.- BIBLIOGRAFÍA:
Historia de España (colonizaciones y formación de pueblos prerromanos). Vol. II. Varios autores. Editorial Gredos.
“Indigenismo y romanización de la Carpetania”. Salinas de Frías. Observaciones en torno al proceso de romanización de la Meseta meridional. Studia Histórica IV-V, ,1. 1986-1987. Homenaje al profesor M. Vigil. I. 27-36.
Historia de España y América. Tomo I. Dirigida por J. Vicens Vives. Editorial Vicens Vives.
“Elementos para una delimitación entre vettones y carpetanos en la provincia de Toledo”. M. P. González- Puente. Lucentum V, 1986, 87-93.
España y los españoles hace dos mil años, según la Geografía de Estrabon. Antonio Gracia y Bellido. Colección Austral. Editorial Espasa Calpe.
Historia de España. Tomo I. Dirigida por Manuel Tuñon de Lara. Editorial Labor.
“Hacia una delimitaron de la Carpetania en la Edad del Hierro II “. S. Valiente Canovas y L. J. Balmaseda Muncharanz. Homenaje al profesor Martín Almagro Basch Volumen III, Madrid 1983.
Illescas : excavaciones arqueológicas en “ El Cerró”. Santiago Valiente Canovas. Toledo
Romanidad e indigenismo en Carpetania. Pilar González-Conde. Universidad de Alicante.
Restos de muros de un poblado carpetano en Arroba de los Montes |
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