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domingo, 1 de julio de 2018

QUE SON LAS LLEGAS DE LOS MONTES DE TOLEDO


VENTURA LEBLIC GARCÍA

Los Montes de Toledo fueron un territorio fronterizo difícil de colonizar no solo por los abrupto del terreno sino por la presencia de grandes yermos o “sislas” en campo abierto expuestos a correrías musulmanas que imposibilitaban el dominio efectivo del territorio, donde se levantaron castillos y torres a lo largo y ancho para protegerlo. Con el fin de estimular su colonización, se otorgaron fueros y libertades a todos aquellos que se arriesgaron a establecerse en el territorio. Después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212) se extiende y afianza la colonización de estas tierras, naciendo pequeñas aldeas no exentas de otros riesgos en un espacio geográfico inestable, dominado por bandoleros de frontera que vivían organizados por sus jefes sin otra ley que la suya, en las espesuras de los montes, cometiendo asaltos, robos y enfrentamientos con los colonos que sin protección, sufrían el rechazo violento de estas gentes, muchos prófugos de la justicia o desertores de los ejércitos cristianos o musulmanes, conocidos como golfines.
Por este peligro común, aquellas familias pioneras de la colonización monteña, se organizaron en grupos o cuadrillas que se reunían ante la llamada o “apelatio” en reuniones o llegas, cuando se necesitaba. Armados con ballestas, lanzas y aquellas armas domésticas de las que disponían, les hacían frente empleando sus mismas tácticas de emboscada y guerrilla aplicando la “ley de la defensión” cuando no existía autoridad que lo hiciera por ellos. Para mantener una vigilancia y defensa permanente, crearon las “hermandades” a lo largo del siglo XII y XIII, en las que un grupo sostenido por los demás, prestaba un servicio a la comunidad. Estas reuniones para organizar estrategias defensivas fueron el origen de las llegas o llamadas y más tarde reuniones o juntas de cuadrillas. Cuando el territorio monteño pasó al dominio señorial de Toledo en 1246, existían varias hermandades que tenían por bases los castillos fronterizos. Siendo Toledo quien las reunifica para proteger los intereses de los colmeneros y apicultores que formaban el grupo más influyente en la economía que se generaba en estos montes y también con mayor riesgo por la depredación de los golfines. Naciendo así la Hermandad que por ser de las más antiguas existentes en el reino, se llamó Vieja de Toledo, que continuó celebrando llegas. En las sierras de Talavera aquejadas del mismo mal, se creó otra hermandad para combatirlo. En el año 1300 en la Aliseda del rio Estena cerca de la actual Navas de Estena, se reunieron las dos hermandades aprobando una carta institucional en la llega celebrada en este descampado, con el fin de aunar esfuerzos y medios para combatir el peligro común de los golfines. Se levantó acta, que hoy conservamos, siendo la primera conocida de una Llega. A las dos hermandades se unió más tarde la de Ciudad Real creada con el mismo fin. Esta lucha común dio como resultado la extinción de los golfines, en el reinado de Sancho IV de Castilla (1258-1295). Aunque el problema del bandolerismo permaneció y se hizo endémico con más o menos intensidad hasta el siglo XX.
Las primeras llegas se celebraron en descampados acudiendo las hermandades con sus tiendas y posteriormente en espacios cubiertos. Después de la división de aquella federación hermandina, celebraron su actividad institucional cada una en sus respectivas sedes construidas en las ciudades.
Los cuadrilleros, que formaban parte del brazo armado de la Hermandad, procedían de las aldeas monteñas y sus representantes acudían a las llegas como asalariados, en defensa de los intereses apícolas de los propietarios y de su propio trabajo. Sin embargo pronto se dieron cuenta que nadie atendía a los problemas del común de sus vecinos y se perdió el interés por la Hermandad. Algunos pueblos mantuvieron individualmente pleitos con Toledo desde el siglo XIV y ante la presión fiscal de su Ayuntamiento, los abusos de los Fieles del Juzgado, las amenazas toledanas, las arbitrariedades de los guardas, etc… decidieron mantenerse unidos en torno a las llegas agrupándose en las cuadrillas establecidas o distritos que comprendían varias aldeas, estableciendo una Junta de Cuadrillas que se reunía en Retuerta del Bullaque, donde además del reparto de las Tercias Reales con las que se beneficiaban desde tiempo inmemorial, trataban y discutían otros asuntos de interés comunal: concordias con Toledo, pleitos y reclamaciones, actualización de ordenanzas, arreglos de caminos etc… pese a la oposición de Toledo.
Estas llegas o Juntas de Cuadrillas, estaban compuestas por uno o dos representantes de cada lugar, elegidos por concejo abierto o designado por los regidores que estas asambleas populares, de fuerte tradición castellana, nombraban. Se calcula que a la Llega concurrían entre veinte a veinticinco procuradores.
Los enfrentamientos de las llegas con Toledo se hicieron frecuentes en el siglo XVII y XVIII tanto es así que en 1791, la Llega solicita al Rey por vez primera, la emancipación de Toledo y adquirir la independencia municipal, exentos del dominio señorial de su Ayuntamiento.
A principios del siglo XIX se inicia una revuelta campesina, llegando algunos concejos en 1811 a negar la autoridad de Toledo sobre ellos y sus montes. En la Llega de 1813 se redacta un manifiesto dirigido al Ayuntamiento de la ciudad que se reparte por sus calles y plazas, en el que los monteños expresan su voluntad de convertirse en villas de realengo, no reconociendo otra autoridad que la del Rey, en virtud de la Constitución de 1812. Sucedieron nuevas peticiones a las Cortes y en la Llega de 1814 se reafirman en desconocer la autoridad toledana en todo el territorio monteño y sus lugares poblados. En la de 1820 se solicita al Supremo Congreso Nacional, abolir el señorío toledano y todos los impuestos que percibía, para quedar en igualdad con el resto de los españoles. Se acuerda en esta misma Llega, entre otros asuntos, rechazar cualquier autoridad que nombre el Ayuntamiento de la ciudad en el territorio de los Montes de Toledo.
Y aparece en el horizonte histórico la fecha tan anhelada por los monteños. Por R.O. de 27 de septiembre de 1827, se ordena extinguir la mancomunidad de pastos, otorgando a cada población monteña una dehesa boyal, acabando así con el monopolio ganadero origen del atraso agrícola de los Montes, también esta R.O. deroga el impuesto del dozavo, y ordena “que a cada pueblo se le asigne un término de tierra correspondiente a su población y que se reparta entre los vecinos para que la descuajen y cultiven”. Con esta disposición se iniciaba la desconexión administrativa con Toledo, creándose los términos municipales. Concluido este objetivo y para mantener unido el territorio bajo una administración y autoridad judicial, se creó una Alcaldía Mayor en Navahermosa que pasaría a convertirse en el centro administrativo de los Montes de Toledo. En 1836 quedaba disuelto el señorío municipal de Toledo y que junto con las desamortizaciones de Madóz en 1855, dieron por concluido cualquier indicio de propiedad del Ayuntamiento toledano sobre su antiguos montes, alcanzando la emancipación plena todas sus poblaciones.
En 1833 se había dispersado y dividido el territorio entre dos modernas provincias, Toledo y Ciudad Real atendiendo a las vertientes del Tajo y Guadiana, y tres partidos judiciales, acabando desde los despachos, lo que voluntad del pueblo a través de las llegas, un ejemplo de “parlamentarismo rural”, había mantenido durante siete siglos.
Con las llegas actuales, se pretende recordar aquella institución monteña y castellana, adelantada en la representatividad comunal, tomando el testigo y mensaje de unidad heredado y así se mantiene hoy, como una de las señas de identidad de los Montes de Toledo y símbolo de pertenencia a una cultura común y solidaria en unos tiempos nuevos en los que permanecer unidos en la diversidad de nuestros pueblos es imprescindible para el desarrollo presente y futuro de la comarca.





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